Luis Antonio González Pérez, nacido en Telde (Gran Canaria) en 1983, reside en Madrid desde 2003. Con diecisiete años publicó su primer poemario doble titulado ¿Me escuchas? / Sabiendo que me pudo el amar con prólogo del poeta canario Luis Natera Mayor. En 2004 Sobre tu silencio y a pesar del ruido sería su siguiente obra en ver la luz, esta vez en la colección “La Columna Quemada” de poesía, de Ediciones Qneras, dirigida y auspiciada por Diego Ropero Regidor. En abril del 2005 editaría Huerga y Fierro su poemario Abril, tres de la mañana; apuntes para un poema con prólogo del poeta Eugenio Padorno. La más reciente de sus obras publicadas es Trazos desnudos en la colección El árbol espiral de LF-Ediciones, con prólogo del catedrático José Montero Padilla.
Algunos poemas del libro Estimados "vacíos":Les quiero ofrecer algunos de los poemas que componen este nuevo libro pleno de huecos, de espacios en blanco, repleto de ausencias y olvidos. I La luz de la cocina insiste en despedirse. Reaparece en los instantes de descanso. Mi nombre se repite en las noches vacías como habitaciones sin sábanas en las camas. Puedes morir mintiendo –con un cuchillo en el vientre– mientras duermes, y soñar todos los restos de vida que quedan por perder debiendo tantas verdades. Despiertas a la mañana siguiente cuestionando si quedará café de la tarde anterior, cuando pensabas que estar solo era un remedio para la ausencia de ti mismo. Toma un ramo de mentiras hechas pedazos. Pasé una noche violenta. A veces se te indigesta una conversación o un silencio crudo. No hay relojes para medir los pasos que tardo en encontrarme con alguien. Tampoco miden los espejos las distancias con nosotros mismos. V No tengas dudas que llamaré a las cosas por su nombre. Cuando no tema las verdades que me acechan, – las palabras exactas – daré al silencio su muerte más certera. Tú tienes esa suerte; no te avergüenzas de permanecer vivo, no sufres a la espera de que la vida te devuelva todos tus delirios a cachetadas. El mundo clama en paz por un día sin mis versos. La pasión se estremece entre duchas, apuntes y alarmas, al borde del vacío, al filo del precipicio ante el cual hasta el verso se detiene. Las ventanas se abren en la madrugada sin miedo a nada. El aire regala voces lejanas, restos de miradas oscuras, de aguas perdidas, de fallidas misiones de resurrección de los vivos. No reconozco el tacto de tus labios en mis mejillas. El aire no trae nada tuyo esta noche. El primer resplandor me jura que nadie soñó conmigo ni dejó mi olor dormir entre sus sábanas. XIII El tiempo es un veneno que bebemos sin hartarnos, un punzón que se clava en el pecho con golpes de segundos y el girar de las agujas. El espacio es otro tiempo. Es un recuerdo marchito en el que te dejo, o el que me queda hasta volverte a encontrar muerta de tiempo, borracha de tiempo, harta del tiempo en que me esperaste. La nada es otro tiempo. Es el tiempo de olvidarte, es el tiempo que perdimos ansiando otro tiempo mejor o muriéndonos con mucho tiempo contado en nuestras manos. Todo es tiempo. Las soluciones claman al tiempo, los errores son tiempo suicidado, los problemas son tiempo difícil, tiempo lento, angustioso tiempo. La alegría es un tiempo descuidado, un tiempo imposible, un tiempo caduco. Somos tiempos. Algunos son tiempo eterno, y otros promesas de tiempo o tiempo agotado.